1.12.08

// crítica publicada por Lucho Bordegaray // V Argentino de Teatro (Santa Fe), día 5


Una tragedia argentina

La última noche del V Argentino de Santa Fe trae un estreno local: la puesta de Una tragedia argentina de la Comedia de la Universidad Nacional del Litoral, dirigida por Lito Senkman.En dos ocasiones nos hemos referido a sendas puestas de esta pieza de Daniel Dalmaroni, una porteña, con dirección de Alejandro Casavalle, y otra rafaelina, a cargo de Diego Ferrero.La anécdota es simple: Hugo le pregunta a su hermano, Mario, qué le mira a su esposa, Susana, y este no tiene ningún empacho en declarar que le está mirando el culo a su cuñada porque le gusta. Esto deriva en una vorágine familiar de verdades espetadas sin más justificación que el mismo hecho de decirlas, involucrando también a los hijos, Vietnam y Roy, jaqueando así las negaciones con que han sostenido sus mutuos vínculos durante toda la vida.Senkman arroja a los cinco personajes en una estrecha cocina que potencia la incomodidad y la asfixia que instala el relato. Una mesa con cuchillos y tijeras da indicios de lo por venir. Y aunque el patetismo de esos personajes por momentos llama a la risa, la tragedia se impone y los arrasa.El trabajo del elenco es excelente. Los cinco ofrecen una galería de monstruitos de poca monta, aunque sus variados matices abren el juego a múltiples combinaciones y contrastes. Raúl Kreig crea un Hugo de admirable ambivalencia, que puede pasar con absoluta naturalidad del rol de inquisidor con ánimo de victimario a sentirse un bicho que no puede más que esperar ser aplastado. Mario, el mal hermano pero peor cuñado y tío, es interpretado por Raúl Eusebi con aires de caricatura deforme, que parece considerar que a los demás les resulta seductor lo que tiene de desagradable, que no es poco. Silvana Montemurri le da a Susana las dosis justas de mujer superada y de hastiada. Nada menor el desempeño de los más jóvenes de este equipo: como Vietnam, Vanina Monasterolo juega con una inocencia ficticia pero que sabe redituable, en tanto que Lucas Ranzani ha modelado a Roy con mucho cuidado, porque siendo la homosexualidad el eje del conflicto que genera ese personaje, supo encaminarlo por la delgada línea de la ambigüedad, sin exageraciones ni estereotipos.El texto de Dalmaroni alcanza pleno lucimiento gracias a los aciertos de Lito Senkman. Lucimiento de lo oscuro, lo horrendo, lo terrible que describen esos cinco personajes, que no son más que cinco elementos cortantes de pie uno junto al otro y con sus filos mutuamente amenazantes (impactante imagen que nos echa en cara esta puesta), manejados por una mano ajena que los empuja a su destino fatal. Ni más ni menos que una tragedia.

Así concluye el Argentino de Teatro. El escenario, teatro y nada más que teatro.Detrás de todo esto, un mínimo equipo, eficiente hasta en los más mínimos detalles, a la vez que intensamente cordial: Jorge Ricci (director del Foro Cultural), Marilyn García (coordinación de Gestión Cultural), Paulo Ricci (coordinación artística), Mario Pascullo (coordinación escenotécnica), y Mili López y Leandro Fridman (prensa). Y la presencia de un funcionario que, sin desentenderse de su rol institucional, se ha mostrado cercano y e incondicional: Luis Novara, secretario de Cultura de la Universidad Nacional del Litoral. Así, tan rápido como todo lo que es bueno y deleitable, así pasaron estas cinco jornadas de buen teatro, promisorio intercambio y enriquecedores diálogos.



Encontrá la ficha artística y técnica y la información de las funciones de Una tragedia argentina en este link a Alternativa Teatral.

http://montajedecadente.blogspot.com/2008/11/v-argentino-de-teatro-santa-fe-da-5.html

// Crítica del diario El Litoral //

// De eso sí se habla //
Por Roberto Schneider

“Una tragedia argentina”, del dramaturgo Daniel Dalmaroni, es una lúcida, cercana, a veces trágica y a veces risible radiografía de la familia argentina que se aprecia en la escena, mostrando la pasión amorosa y sexual, la competencia entre mujeres y la tortuosa relación entre padres e hijos, el acomodamiento y la rutina pero, sobre todo, los modos particulares de ser y hacerse familia de los argentinos. En el transcurso de la historia, el autor ingresa al interior de esa familia para sacar a luz los conflictos que la cruzan, sin abusar del dramatismo y por momentos con un piadoso manto de ternura que de algún modo la absuelve de crímenes y pecados.
Surgen en el texto dalmariano los deseos que las costumbres prohíben y no se pueden cumplir sin atravesar un doloroso y a veces trágico conflicto; los secretos que se arrastran toda una vida sin revelarse, los miedos por situaciones que se supone han atravesado esos seres y que no se confiesan, los resentimientos o los turbios afectos que nunca pudieron ser puestos. En un film emblemático de María Luis Bemberg, de “eso”, en una tradicional familia argentina, no se hablaba. En “La omisión de la familia Coleman”, de Claudio Tolcachir -por citar un ejemplo de cómo la nueva dramaturgia toma el tema de las familias disfuncionales- todo, precisamente, se omite, hasta que estalla. Aquí, en “Una familia argentina”, nada se oculta, todo se dice y el escalpelo se hunde en los cuerpos, como una metáfora clara.
Dalmaroni construye una tragicomedia que se desliza por distintos géneros y tonos con suma precisión, una fábula agridulce que entretiene y que, sin apelar a subrayados ni moralejas altisonantes, resulta incisiva respecto del discurso imperante sobre determinado modelo de familia argentina. Aparecen en escena los infortunios, los desencuentros y hasta las tragedias que no harán otra cosa que unir a sus dolorosos integrantes en una obra que no deja títere con cabeza y, menos, indiferente al espectador.
Instinto teatral
Con un estilo propio y verdadero instinto teatral, el director Lito Senkman construye una puesta en escena excelente. Nunca mejor usada esta palabra. Logra introducirse con hondura en la interioridad de sus criaturas y no les ahorra padecimientos ni confidencias duras sobre sus personas, pero la ternura por ellos puede más y les da una oportunidad, les posibilita un respiro y un camino para no ingresar en la irracionalidad. No oculta, sin embargo, que la vida es áspera y choca a cada rato con escollos que hieren el corazón.
La propuesta de Senkman avanza sobre el texto para que la construcción total refleje el estado de las cosas en esos seres desprovistos de afecto. Elabora un doloroso entramado que va dando cuenta de cierto extrañamiento, de un desplazamiento de la realidad, como si algo de pronto se hubiera corrido de lugar. En la multiplicidad de detalles aparentemente nimios, banales, que va acumulando el director, en la simultaneidad de pequeñas acciones y malentendidos (no exentos de humor), su trabajo adquiere un sentido mayor: hay algo que oscila en ese mundo en el que todo parece estar en su sitio, pero no lo está.
Elenco brillante
El elenco que da vida a los personajes no se queda atrás. Es más, aparece como un baluarte brillante de homogeneidad. Los actores tienen capacidad histriónica, timing cómico, hondura dramática y fuerte convicción. Es estupendo el rol de Silvana Montemurri como la madre, porque la actriz pone cuerpo, voz y alma para lograr uno de los mejores trabajos de su carrera. Raúl Eusebi asume con solidez los avatares de un hermano que sufre intensamente su angustia. Vanina Monasterolo es la perfecta hija que es también hermana a partir de una lograda entrega y Lucas Ranzani otorga a su personaje, de difícil compromiso, la necesaria cuota de ambigüedad que requiere. Su trabajo es en más de un sentido encomiable, porque elude la machietta con fuerza actoral.
Párrafo aparte para Raúl Kreig, un verdadero animal de teatro. Su trabajo como el padre es de antología, pleno de matices y sutilezas, en una cuerda minimalista que evita cualquier desborde. Su fuerte andar no puede ocultar su mirada perdida, sus profundos dolores o su sonrisa descompuesta en un rictus de angustia. Kreig brinda una verdadera cátedra de actuación, que se recordará por mucho tiempo.
Es inteligente y funcional la escenografía de Mario Pascullo; preciso y contundente el vestuario de Verónica Bucci; subraya situaciones la música de Fernando Silva y son certeros los efectos especiales de Mariana Gerosa. La totalidad es pasible de múltiples lecturas (los psicólogos tienen aquí un plato abundante y fuerte) y se resiste a ser reducida a una visión simplista y unívoca. Para reír, llorar, angustiarse. Como en la vida. Chapeau.
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EL DATO
De interés
“Una tragedia argentina” se puede ver los sábados, a las 22, y los domingos, a las 21, en el Foro Cultural Universitario, 9 de Julio 2150.

// Crítica de Miguel Passarini | El Ciudadano //


Final de una familia carnicera

En la inteligente puesta de Senkman todo lo dicho y lo hecho adquiere una dimensión que pasa de lo paródico a lo horroroso. Gentileza UNL

La Comedia de la Universidad Nacional del Litoral, dirigida por Lito Senkman, estrenó el domingo una impactante versión de la obra “Una tragedia argentina”, del dramaturgo porteño Daniel Dalmaroni.
Toda institución familiar que se precie de tal y que pretenda mantener cierto orden, cierta corrección política frente a su entorno y de cara a la sociedad, oculta algunos secretos. Tanto es así, que cuando por un hecho fortuito esos secretos salen a la luz, puede desatarse una tragedia de ribetes shakespeareanos.Sobre esta base, el dramaturgo y guionista porteño Daniel Dalmaroni escribió Una tragedia argentina, obra que parece haber encontrado eco en los directores del interior del país, tras ser estrenada hace dos años en Buenos Aires por Alejandro Casavalle. Ahora es Lito Senkman, al frente de un elenco santafesino perteneciente a la Comedia de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), quien presentó una estupenda versión de esta obra en la noche de cierre de la V edición del Festival Argentino de Teatro, que finalizó el domingo en la ciudad de Santa Fe. Una tragedia argentina es, en ciernes, una comedia de ribetes negrísimos. Una familia argentina tipo (madre, padre, dos hijos) y el hermano del marido, conviven en una claustrofóbica vivienda, en particular en la cocina, donde se desarrolla la acción. Hacinados, el contacto físico es inevitable: se tocan, se rozan, se miran, aparece el deseo. Un anecdótico comentario del cuñado acerca de la anatomía de la dueña de casa no hará más que desatar una andanada de violencia, primero desde el padre hacia su hermano y después de éste hacia su mujer, para no parar hasta el final. Los hijos también serán de la partida a la hora de traer a la cocina algunas “novedades”: el muchacho se confiesa gay y la chica pone a la luz un embarazo de seis meses, fruto de un romance que mantiene con el novio de su hermano. Sin embargo, en tren de confesiones, la espiral bizarra, feroz e impredecible, continúa hasta abordar ribetes insospechados. En el medio, cuchillos y tijeras provocarán en el otro el dolor suficiente como para que la sangre que tiñe toda la escena al estilo del cine “gore”, busque sacar del cuerpo aquello que los ha llevado a semejante situación de promiscuidad, decadencia y angustia. Dalmaroni, también autor de Maté a un tipo y Burkina Faso, plantea un retrato terminal de la familia “carnicera” argentina, esa que del mismo modo que puede amarse con locura, puede desangrarse tras un impulso porque en ella, como en la sociedad, todo está “atado con alambre”. Sin embargo, es la puesta de Senkman la que da verdadero sentido a esta disparatada estructura dramática. En un espacio escénico pequeño, una cocina de impronta realista en la que se disponen una mesa con sillas frente a una mesada con cocina y heladera, las impresiones de lo trágico irán tomando forma. En la inteligente puesta de Senkman todo lo dicho y lo hecho adquiere una dimensión que pasa de lo paródico a lo horroroso gracias al trabajo de un destacado elenco integrado por Raúl Eusebi, Silvana Montemurri, Lucas Ranzani, Vanina Monasterolo y Raúl Kreig, del que se destaca este último por su impresionante composición de un padre ausente, hastiado, que como una especie de Gregorio Samsa transformado en cucaracha terminará recluido en un rincón de la cocina, padeciendo la agonía propia y contemplando la del resto. Es así como en la cocina, desangrados, al borde de la muerte, la “sagrada familia” imaginada por Dalmaroni soportará el final con estoicismo. La presencia de lo religioso (un rezo como último recurso) y los cuchillos y tijeras clavados por el padre sobre la mesa dando “forma” de instalación a una disfuncionalidad surgida del dolor y la imposibilidad, serán los testigos de un ralentado apagón final. A esa altura, ya nadie se ríe en la platea, y cualquier parecido con el Castillo de Elsinor que Horacio describe en Hamlet, una tragedia que como la de Dalmaroni incluye traiciones e incesto, no es pura casualidad.



// Y LLEGÓ EL DÍA TAN ESPERADO: 9 DE NOVIEMBRE EL ESTRENO//


EN EL CIERRE DEL ARGENTINO DE TEATRO

Esta actividad es organizada por la Universidad, en forma consecutiva, desde 2004. Esta instancia, en la que participan diferentes elencos de Argentina, pretende acercar al público y a los teatristas santafesinos las expresiones teatrales más valiosas de los últimos tiempos. En este marco, además de las funciones programadas, también se realizan actividades de capacitación relacionadas con el teatro.La primera edición de 2004 se realizó por el término de cinco días, entre el 7 y el 12 de septiembre. La segunda, en 2005, se desarrolló en noviembre con el mismo éxito. En 2006, el Tercer Argentino de Teatro, se realizó en el Teatro Municipal 1º de Mayo, en el Teatro de La Abadía y en Tabula Rasa, en Santa Fe. Además, como política de extensión, se hicieron funciones especiales en Esperanza y Paraná. En 2007 la cuarta edición tuvo lugar entre el 30 de octubre y el 4 de noviembre y finalmente en 2008 la actividad se desarrolló del 5 al 9 de noviembre en las salas del Foro Cultural UNL, el Teatro Municipal 1º de Mayo, y La Mirage.



La nueva producción de la Comedia Universitaria de la UNL
Todos los sábados y domingos de noviembre en el Foro Cultural Universitario. Con dirección de Lito Senkman y dramaturgia de Daniel Dalmaroni. La Comedia Universitaria 2008, presenta la obra “Una tragedia argentina” en la sala Maggi del Foro Cultural, todos los sábados y domingos de noviembre, a las 22 y 21 respectivamente. El costo de las entradas es de $12 generales y $8 estudiantes, jubilados y socios de Cooperadoras de la UNL. La capacidad de la sala es limitada.

Como cada año, la Universidad Nacional del Litoral convoca a un director para que lleve a cabo la puesta de la Comedia Universitaria y elija su elenco y equipo de trabajo. Este año Lito Senkman es el encargado de llevar adelante esta puesta sobre un ácido retrato a la familia argentina. Bajo su dirección, el grupo presenta la historia de una familia tipo, tan “tipo” que espanta. Primero, como por casualidad, el dueño de casa descubre que su hermano, un solterón empedernido, está mirando algo; le pregunta qué mira y aquél, sin ningún pudor, responde: “el culo de Susana”, su cuñada. Desde el comienzo, la historia abre distintas ventanitas que, a la manera “arltiana”, nos van revelando que esa familia de clase media conforma una truculenta corte de los milagros. Daniel Dalmaroni, con el cuidado de un ajedrecista alucinado, mueve las piezas hasta hacer estallar el tablero de la realidad. Dice Jorge Monteleone: “en Dalmaroni lo habitual encubre lo ominoso, lo extraño, lo siniestro”. Esta trágica familia es interpretada por Raúl Kreig como Hugo (el padre), Raúl Eusebi como su hermano Mario, Silvana Montemurri es la observada Susana y esposa de Hugo y madre de Roy y Vietnam, encarnados por Lucas Ranzani y Vanina Monasterolo. El texto fue escogido por el director por su temática, su estructura, y también por el tipo de narración que presenta. Lo que diferencia esta obra, definida por Senkman como “de actores”, es que se inicia exponiendo de manera casi brutal un conflicto que, como un dibujo de fichas de dominó, desencadena una serie de reacciones que van develando los caminos laberínticos de las negaciones de una familia de clase media. En este juego de espejos que propone Dalmaroni a través de la puesta de Senkman, la risa expone lo oculto, la verdad atragantada, y ofrece un relato de lo siniestro que provoca un humor negro, de incomodidad. “Una tragedia argentina” cuenta con la asistencia de dirección de Sergio Abbate, los efectos especiales de Mariana Gerosa, el diseño del espacio escénico e iluminación de Mario Pascullo, el vestuario de Verónica Bucci y la música de Fernando Silva. La Comedia Universitaria, creada en el ámbito de la hoy Secretaría de Cultura de la Universidad en 2003, es un espacio artístico que desde su concepción procura representar la diversidad estética y de propuestas que hay en el teatro santafesino. Es por esto que año a año rotan sus directores, elencos y equipos de trabajo, siendo el director invitado el encargado de la selección de la obra y el elenco. El Autor Daniel Dalmaroni nació en La Plata en 1961 y reside hace varios años en la ciudad de Buenos Aires. Además de “Una tragedia argentina”, es autor de “Burkina Faso”, “New York”, "Cuando te mueras del todo", “Maté a un tipo”, “La vida de los demás”, “Las malditas”, “El secuestro de Isabelita”, “Los opas”, "Como blanca diosa", “Lucha libre” y “Splatter rojo sangre”. Ha obtenido los premios “Estrella de Mar – Argentores” (2008); Tercer Premio Municipal de Dramaturgia (bienio 2002/2003) y menciones especiales del Fondo Nacional de las Artes (2003) y el Concurso Nacional de Teatro de Humor (2006) Además es narrador y guionista y se ha desempeñado como director teatral, docente y periodista. Como guionista ha escrito, junto a Erika Halvorsen, la cibernovela “Amanda O”, producida por Dori Media Group, con Natalia Oreiro y Luciano Castro. Ha publicado parte de su obra dramática en 2006 por la Editorial Corregidor y la novela “Yo lo toqué a Karadagián” (1999, Ed. Último Reino). Sus obras han sido representadas en más de 15 ciudades de la Argentina y en España, Ecuador y Uruguay y su obra dramática ha sido traducida al inglés y al portugués.





DE LO QUE TRATA


Es la historia de una familia argentina tipo, tan “tipo” que espanta. El dueño de casa descubre que su hermano, un solterón empedernido, está mirando “el culo de Susana”. Desde el comienzo de la historia se van abriendo ventanitas que revela que esa familia de clase media conforma una truculenta corte de los milagros.

¿QUIENES SOMOS?

ELENCO DE LA COMEDIA UNIVERSITARIA



Producción 2008



Elenco:
Raúl Kreig (Hugo)

Raúl Eusebi (Mario)

Silvana Montemurri (Susana)

Lucas Ranzani (Roy)

Vanina Monasterolo (Vietnam)


Asistencia de dirección:

Sergio Abbate

Dirección:

Lito Senkman

Dramaturgia:

Daniel Dalmaroni


Vestuario:

Verónica Bucci


Efectos especiales:

Mariana Gerosa

Espacio escénico e iluminación:

Mario Pascullo

Música:

Fernando Silva

// WORK IN PROGRESS //

EL ÚLTIMO ENSAYO
Susana, Hugo y Mario.

Vietnam y Hugo

Vietnam y Roy


Roy y Hugo


Hugo y Vietnam



LOS CREADORES: asistente y director.




CREANDO

ESCENOGRAFÍA CASI CASI TERMINADA

COSITAS FILOSAS


LITO SENKMAN: EL DIRECTOR



INSTRUCCIONES PARA ESCRIBIR EL LIBRO “TEATRO”,DE DANIEL DALMARONI


Fragmentos del texto escrito por JORGE MONTELEONE, crítico literario argentino, académico de la Universidad de Buenos Aires y columnista del Suplemento Cultural del diario argentino La Nación, a propósito de la edición del libro TEATRO de Daniel Dalmaroni en la Argentina.

INSTRUCCIONES PARA ESCRIBIR EL LIBRO “TEATRO”,DE DANIEL DALMARONI.
Primera instrucción:

Nombrar un lugar habitual y transformarlo

El espacio de la escena en el teatro de Daniel Dalmaroni busca obsesivamente aquello que parece más habitual: lo habitual es lo que corresponde al hábito, a la convención, y al mismo tiempo el lugar que se habita. Los personajes son miembros de la familia de clase media argentina. Viven allí donde todo parece fuera de sospecha: Nada hay más monótono, más liberado de la sorpresa del suceder. Las piezas teatrales de Dalmaroni siempre ocurren en lo más parecido a… una pieza. Por ejemplo, imagínese una pequeña cocina en una casa de clase media. Los personajes no están rodeados de columnatas dóricas, ni afuera sopla el frío aterrador de Elsinor. Aquí están esos objetos cuya metafísica es nula: heladera, mesada, tubos fluorescentes, ventiluz, y objetos útiles para cortar, cuchillos y tijeras. De pronto estos espacios de la inacción y del tedio se transforman en lo que verdaderamente son, en un presente del todo inmediato donde nada es lo que parece: dada uno de estos escenarios se transforma en otra cosa, se transforma en un infierno, en el infierno, donde todos están condenados.

Segunda Instrucción:

Enunciar al comienzo de la pieza una verdad brutal y encubrirla

El mecanismo de una pieza de Dalmaroni es casi siempre el mismo. La verdad se descubre brutalmente al inicio. El punto de partida es el enunciado liso y llano de lo más evidente y que debería estar oculto, aquello que está destinado a no saberse al principio.Esto significa que en el principio de una pieza de Dalmaroni, allí en el seno mismo de lo habitual, lo que se dice es terrible, porque quiebra precisamente lo que se tenía por normal. Digámoslo así: Dalmaroni hace decir una verdad brutal en el espacio habitual, que es siempre el espacio de lo normal y de lo normativo; en consecuencia, lo normal es lo terrible. O, más precisamente, lo habitual encubre lo ominoso, lo extraño, lo siniestro. Digámoslo de un modo más directo: ante el enunciado de esa verdad brutal los personajes de la clase media argentina se hacen los boludos. El ejercicio de esa boludez –no hablo de inocencia ni de ingenuidad–supone como correlato el ejercicio retórico de un encubrimiento.

Tercera Instrucción:

Contar la novela familiar y hacerlo de nuevo

Se ha dicho recientemente que el núcleo significativo del teatro de Daniel Dalmaroni es la familia, lo ha dicho el genial dramaturgo argentino Ricardo Monti en el prólogo de este libro.El teatro de Dalmaroni vuelve a ejercer la destrucción de lo habitual transformándolo en familiar. La familia es lo más habitual, dice, y en el seno de lo habitual, allí mismo parece residir lo terrible, lo ominoso, lo siniestro. La familia es el infierno. O la irrisión del célebre comienzo de Ana Karenina, de Tolstoi, que dice que todas las familias felices se parecen, pero que las infelices lo son cada una a su modo. En el teatro de Dalmaroni podría enunciarse otra paradoja: todas las familias infelices se parecen, pero cada una a es infeliz a su manera. Se parecen en la estructura del parentesco y cada una a su modo destruyen esa familiaridad por su naturaleza misma: la represión del deseo, la negación de la culpa, el tabú del incesto.El teatro de Dalmaroni provoca una risa negra, un sarcasmo que sólo se soporta porque es absurdo o porque tiene la obscenidad de un chiste verde. Todos los personajes presentan, con el encubrimiento de la verdad inicial en manos de lo cómico, una historia inverosímil que es, sin embargo, el contrarrelato de las relaciones de parentesco, de los lazos familiares. Técnicamente: nos reímos de nervios.

Cuarta Instrucción:

Usar todos los lugares comunes de la lengua familiar y volverlos explícitos

Todos los relatos familiares, es decir los relatos dichos en el lugar de la escena habitual y al mismo tiempo en el seno de las familias argentinas, se vuelven cómicos, absurdos o grotescos. No hay una sola frase del teatro de Dalmaroni que no pueda ser reconocida, no hay hecho social así nombrado que no nos sea familiar o fruto de la costumbre o la pereza, o incluso los hechos extraordinarios o las leyendas urbanas o la vida de los ídolos populares parecen la historia de nuestro tío solterón.

Y finalmente, la quinta y última instrucción para poder escribir este libro:

Ser Daniel Dalmaroni

Ser este señor risueño y a todas luces calvo, que lo acentúa con elegancia para resolver sus historias como si estuvieran traídas de los pelos, un hombre que tenía quince años cuando irrumpe la dictadura militar del `76 en la Argentina y que no ha sido indemne, como ustedes pueden sospechar; un padre de familia que declara su inocencia y dice que el teatro le ha permitido transformarse en un asesino serial. Todos sus amigos y conocidos saben que un relato cotidiano de Daniel Dalmaroni y su particular punto de vista se parecen demasiado al modo de ver el mundo en su teatro: he asistido pasivamente al relato de una nochebuena de su propia familia o a facetas de su vida amorosa, que callaré por delicadeza, con la sonrisa que despierta una escena de su dramaturgia.


JORGE MONTELEONE